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La Lupe siempre presente

De interés
¿Quién fue La Lupe?

“Yo pienso que era como una estrella fugaz”, la tristeza palpable en su voz. “De la misma manera que subió, bajó. Era una persona tan inteligente, pero ni ella misma comprendía quién era La Lupe”.

La Lupe fue un enigma, un ataque de nervios. Diva incontrolable y también una de las cantantes más expresivas del género afrocaribeño. Tuvo una voz privilegiada, y lo que más sorprende —más allá de las actitudes estrafalarias que la transformaron en leyenda— la ternura que imprimió a grandes temas de su cancionero como Puro teatro y Qué te pedí. La Lupe era una cosa increíble, tenía una de las mejores voces y la habilidad de interpretar cualquier género musical.
Lupe Victoria Yolí Raymond nació en Santiago de Cuba en diciembre de 1939. Albergó desde pequeña la ambición de ser cantante, pero al igual que Celia Cruz, cursó estudios de maestra antes de lanzarse en los clubes nocturnos de La Habana con Los Tropicuba, un trío que integraba junto a su primer esposo.

Ya como solista y antes de emigrar a Estados Unidos en 1962, La Lupe causó sensación en Cuba por dos razones: primero, los obvios atributos de su voz, que brillaba con igual fulgor en tórridos boleros y alegres guarachas. Segundo, por su peculiar costumbre de entrar en una especie de trance sobre el escenario. De la noche a la mañana, se transformó en una tormenta de pasión para el público cubano, Sobre la tarima, La Lupe se arrancaba la peluca, atacaba al pianista y tiraba sus joyas a la gente. Esa locura era parte de su ritual”.

El cantante y director de orquesta Pete Bonet conoció a La Lupe cuando trabajaba en Nueva York con el grupo del ilustre conguero cubano Mongo Santamaría. “Estábamos tocando en un club de jazz cuando llegó Mongo y me dijo: te voy a presentar a una muchacha que va a cantar con nosotros, para que le enseñes los coros”, recuerda Bonet. “La Lupe acababa de aprender inglés, pero le enseñé la pronunciación y casi no se le oía el acento cuando cantaba en inglés. Después la descubrió Tito Puente y se la llevó rápidamente para su orquesta”.

La primera colaboración entre Puente y La Lupe, Tito Puente Swings, The Exciting La Lupe Sings, salió al mercado en 1965 con el exitazo Qué te pedí, quizás su canción más famosa. Era una nueva manera de interpretar el bolero, con un romanticismo casi rabioso. La Lupe utilizaría el mismo registro emocional durante el resto de su carrera. Y los delirios sobre el escenario continuaron. Cuando se separó de Puente y rápidamente lanzó una exitosa carrera como solista, La Lupe contrató a Pete Bonet junto a su director musical, Louie Ramírez, para que la acompañaran en vivo.
“A La Lupe no había quién le dijera nada”, dice Bonet. “Ella sabía lo que estaba haciendo y se dirigía a sí misma. En los conciertos, empezaba a quitarse las cosas, como que le había entrado un espíritu. Siempre se desmayaba sobre el escenario, se tiraba para atrás y nosotros con Louie la agarrábamos justo a tiempo para que no se golpeara. Una vez, en un teatro, no llegamos a tiempo y Lupe se reventó en el piso. Nos insultó, pero nosotros tratamos de explicarle: ‘Mira, Lupe, es que lo hiciste fuera de tiempo’”.

Locuras o no, la época entre el final de los años 60 y principio de los 70 fue la cúspide comercial de la cantante, cuando se dio a conocer como “The queen of Latin Soul” con discos clásicos y ganancias millonarias, gracias a canciones como La tirana, Puro teatro y su versión en inglés de Fever.
“A La Lupe la ayudó mucho esa época, la época de los Beatles”. “Como parte de la nueva ola, ese momento trajo una influencia americana a nuestra música, que se hizo escuchar en el boogaloo”. Lamentablemente, La Lupe no supo aprovechar su éxito. Un segundo matrimonio fallido y la pésima administración de su fortuna la dejaron en la bancarrota. A fines de los 80, se convirtió al cristianismo y grabó discos de música religiosa. Falleció en el Bronx, Nueva York, de un ataque al corazón en 1992. Tenía 52 años.

“La Lupe murió predicando, y era muy feliz haciendo eso”. “Sufrió mucho, pero no murió con esa penuria. Que la gente no tenga dudas: La Lupe murió feliz”.

La Lupe, Reina de la Canción Latina
La Lupe, Reina de la Canción Latina.
En el espacio Santiaguerías, programa realizado por el Tele Turquino, telecentro de Santiago de Cuba, dedicado a La Lupe.
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“LA LUPE: UNA VIDA HECHA TRAGEDIA”
Programa radial online "Con acento cubano" dedicado a La Lupe.

Pensar a La Lupe como personaje dramático es una clave segura de éxito, de comunicación auténtica con los espectadores. No hay dudas de que su vida fue “puro teatro” (entiéndase puro drama, por intrigas, conflictos y peripecias.

La Lupe estuvo en los sitios más altos y bajos de las esferas íntima y profesional. De maestra normalista a estrella del canto, de la Barraca al Carnegie Hall y el Madison Square Garden, de La Habana, a México o New York; de la santería a la religión evangelista, del club habanero La Red a la Iglesia neoyorquina; de pagar 20 000 dólares por un abrigo de piel a vivir en la extrema pobreza en un albergue público. De todo hubo en la vida de La Lupe: drogas, fama, incendio, accidentes, la dura esquizofrenia que padeció su esposo.

Su éxito se debió en parte a su canto aguerrido, su peculiar y única manera de afrontar el bolero y la cada vez mayor influencia de una música latina alejada de los formalismos de salón que imperaron, en los años 50, en la ciudad de los rascacielos. Ese canto arrabalero, más propio del barrio que de un salón de baile, halló en La Lupe su mejor exponente femenino.

La Lupe ha pasado a la historia como una de las mejores exponentes del Bolero caribeño, ella arrastraba su voz en la exposición del drama y llegaba al llanto y el quebranto de su voz en el desarrollo del tema, características que la hicieron única e irrepetible. Por desgracia para el ambiente musical, esta mujer de vida trepidante abandonó la música para dedicarse a la religión. La Lupe murió en febrero de 1992 en Nueva York cuando estaba preparando su vuelta al mundo del disco.

Oniel Moisés Uriarte.
Presentador 
Radio Online Con Aento Cubano.
Algo muy curioso me ha ocurrido mientras grababa el programa dedicado a La Lupe. Yo no tuve la oportunidad de conocer su trabajo cuando vivía en Cuba, la descubrí allá por el año 99 en Mar del Plata cuando a mis manos llegó un disco que una amiga argentina había comprado en uno de sus viajes a New York.

Desde la primera vez que le escuche, sin tener más referencia que la voz grabada en aquel CD, me daba la sensación que mientras cantaba ella hacía gestos y movimientos nada habituales de ver en una cantante de boleros. Me traía a la memoria un poco a Moraima Secada. Muchos años después cuando creado Youtube pude verle en videos de sus actuaciones, me di clara cuenta que no estaba en un error, pero aún si, muy lejos de la verdad.

Aquella mujer trepidante, de continuos gestos nerviosos con sus manos tocando su cara, su pelo, despojándose de prendas, vestido y todo cuanto se le ocurriera sobre el escenario, sencillamente era una artista fuera de serie, un genio envuelto en su propia locura.

Pues me ha ocurrido que mientras preparaba el programa e iba profundizando en su vida, en sus canciones, en su voz, sus gestos, descubrí que los cristales de mis gafas se empañaban una y otra vez y sentí su presencia con mucha claridad. Una mezcla de sentimientos me embargaba: satisfacción, tristeza, sorpresa, y alegría, pero por sobre todas las cosas, una pena muy honda por ella.

Iba viendo los videos y fotos por etapas, desde aquellos primeros momentos en que comenzara su vida artística, hasta su sepelio. ¡Cuanto fue transformándose!

Sin lugar a dudas este ha sido el programa de los que he realizado que más satisfacción me ha dado, pero a la vez, el que más dolor me ha causado.

¿Y saben por qué? Porque somos muchos los cubanos que como ella andamos por el mundo y no somos inmunes a los avatares y difíciles pruebas que la vida pone en el camino de un emigrante... Al menos eso es lo que La Lupe me ha hecho comprender en el ejemplo de su tormentosa vida.

La Lupe vuelve a la escena.

¿Cuáles fueron los ingredientes que conformaron a esa mujer que muchos definieron como salvaje, agresiva, visceral, ardiente…? Si intentamos responder esta pregunta es preciso remitirnos a los orígenes. Nada más y nada menos que Santiago de Cuba como cuna, tierra de fuego, de calor y de sonidos estremecedores. Es imposible resistirse al dominante convite de una conga santiaguera. El personaje que aquí les presentamos tampoco pudo hacer resistencia, así que cuando el veintitrés de diciembre de 1936 tocaron los tambores nació una de las hijas más queridas de la otrora provincia Oriente, Lupe Victoria Yolí Raymond.

Impulsada por una pasión por la música que la hacía hundirse en un frenesí, La Lupe llega a La Habana para cautivar en el nigth-club La Red. Aunque no fue éste el único escenario conquistado por la artista, su paso por él fue motivo de inspiración de muchas leyendas…

Por eso no es extraño que hoy Lupe regrese a su antiguo camerino para enfrentar su pasado. En su intimidad descubrirán qué escondía detrás de esa imagen de fiera indomable, de “Gran Tirana”.

La Gran Tirana, es un monólogo de Carlos Padrón en el que una vez más la fuerza arrasadora de La Lupe llega a los escenarios de la mano de una actriz seducida por los cantos y las historias, Anna Lucía González Valdés quien asume el reto de interpretar al personaje que ha tomado tantas voces y cuerpos de actrices de diversas generaciones y estilos.

Sin embargo esta joven intérprete asume a La Lupe como fuente inspiradora, como modelo para la construcción de un arquetipo que nos habla sobre la gran cantante cubana, pero también sobre una historia compartida, sobre la pugna entre la vida y la muerte, sobre la dualidad de un artista y un ser humano.
En escena, un espacio íntimo, confesional, poblado de recuerdos y dolores, de fantasmas del pasado, y un espacio público, lleno de artificio, luces y aplausos. La relación de estos dos espacios paralelos sitúa al espectador ante una dinámica singular que le permite descubrir a las dos Lupes, la del escenario y la de la vida. Anna Lucía González Valdés logra interpretar a la mujer santiaguera, luchadora, fuerte y débil a la vez, pero también es La Lupe tirana, vampiresa y tremenda que vive aún en sus canciones.

La actriz se vale de diferentes recursos para construir al personaje en sus dos planos. En el camerino tiene la palabra, las historias de sus venturas y desventuras. Frente al micrófono tiene la música, la piedra y la bomba. Anna Lucía canta los temas de La Lupe siguiendo su pauta gestual, pero conserva un timbre propio que salva su interpretación musical de la imitación y la convierte en ofrenda sincera. Los momentos musicales del espectáculo matizan el dramatismo del texto y cautivan al público quien, tras cada canción, aplaude a la actriz.

La Gran Tirana, es una puesta en escena auténtica y coherente con la pasión de esta joven actriz por el personaje de La Lupe. El texto de Carlos Padrón sirve otra vez como puente entre La Yiyiyi y los que, desde el teatro, desean recordarla. Es el merecido homenaje que le brindaran al cumplirse ochenta años del nacimiento de Lupe Victoria Yolí, y con el que una vez más Anna Lucia se apresta a convocar su espíritu inquieto como el gesto amoroso de quien se empeñan en sostener, sobre sus hombros, el peso del universo.

Amigos y amigas les invitamos a que recreemos aquellos encuentros en el club nocturno La Red, en la red de la Yiyiyi, donde para hacer menos doloroso el acto depredador que fuera su vida, ella ha considerado agregar unas canciones como aderezo y alivio. ¡No la hagamos esperar!


 
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