Con el tiempo cambian los vientos.Los huracanes y los cubanos.
Por Oniel Moisés Uriarte.
Los cubanos siempre hemos sido dados a capear los temporales, pero cuando de huracanes se trata, la cosa va por otros derroteros. El más grande de los humoristas cubanos Álvarez Guedes, en varios de los discos grabados en Norteamérica, dedicó un importante espacio a abordar desde el humor, como nos hemos tomado siempre los cubanos a broma este tema.
Cierto es que parodiar como se preparaba Cuba para la llegada de un huracán no es cosa fácil, porque tela por donde cortar hay bastante y ese filón sabia el maestro explotarlo como nadie. Pero la realidad siempre supera la ficción, un huracán en Cuba desde que tengo uso de razón, siempre fue motivo de festejo. Primero porque desde que se anunciaba la posibilidad de que este pasara cerca de las costas cubanas, cruzara el territorio nacional de mar a mar, o lo recorrierade punta a punta, ya sabíamos que las clases se suspendían y que la jornada laboral se supeditaba a las inclemencias del tiempo. En fin, que en Cuba decir huracán era igual a decir fiesta y pachanga.
Demás está decir que muchos de los fenómenos atmosféricos que han azotado la isla, no han sido para tomárselos a broma, con solo citar algunos los pelos se ponen de punta, de los que yo recuerde haber vivido duros de verdad uno fue el Flora en el 63,cuando por entonces tenía yo seis años, pero quedó grabada en mi memoria lo que la televisión transmitía sobre la evolución de aquel huracán que ha sido calificado como la segunda mayor catástrofe de la registrada en la isla de Cuba. Llegó el 3 de octubre de 1963 y se movió por toda la región oriental de la Isla haciendo un lazo sobre Las Tunas, Granma, Holguín y Camagüey. Las torrenciales lluvias asociadas a él causaron inundaciones nunca antes vistas y provocaron la muerte de aproximadamente dos mil personas y graves daños materiales.
El territorio de la actual provincia Granma, uno de los más afectados, reportó en 93 horas mil 840 milímetros de agua, causantes de enormes riadas, de la muerte de mil 126 personas, la destrucción de 11 mil 103 viviendas, averías a otras 21 mil 486, destrucción de cuatro mil caballerías de arroz y serias afectaciones a extensas áreas cañeras y cafetaleras, servicios de electricidad, telefonía, carreteras y caminos.
En noviembre del 85, trabajando en la dirección técnica del Canal 6 de la televisión cubana, la isla se vio amenazada por el huracán Kate, fue la primera vez en mi vida que dada la responsabilidad que tenía, me viera envuelto en la organización de todo lo relacionado a prevenir los posibles perjuicios que este pudiera ocasionar. Desde participar en la selección del personal imprescindible para mantener las transmisiones, efectuar la recogida de estos en sus viviendas, ya que la gravedad de lo que se nos avecinaba provocara que el transporte público se paralizara, o garantizar los medios materiales necesarios para responder en el suministro eléctrico para las instalaciones principales de la televisión.
Fue una experiencia que no podré olvidar nunca. Cuando las lluvias y los vientos arreciaron, las calles se inundaban y provocaban riadas en la que los autos se veían atrapados. Por la ventana del Departamento de personal del canal 6, ubicado en el quinto piso del edificio de la calle 23, veía como volaban los cristales desde los balcones de la parte posterior del hotel Habana Libre que da a la calle M y se incrustaban en los techos de los ómnibus de producción estacionados en el parqueo perteneciente a la televisión. El peligro se recrudecía con el aumento de las rachas de viento que alcanzaron los 150 km/h, razón por la que aquellos que llegáramos al edificio muy temprano en la mañana tuvimos que permanecer hasta muy tarde en la noche, cuando amainó un poco el temporal. Aquel huracán fue uno de los fenómenos atmosféricos que los cubanos nos tomamos muy en serio cuando fuimos testigos de su efecto devastador.
Lo más crítico de aquel huracán, fue el momento cuando en compañía del jefe del departamento de vídeo tape del canal 6, tuvimos que salir en la mañana muy temprano hacia Varadero, donde se realizaba el festival de la canción y teníamos montado un ómnibus con tecnología punta en la parte de atrás del anfiteatro donde se efectuaba el evento. Pasamos las mil y una odisea para trasladar aquel vehículo hacia una parte alta de la ciudad donde protegerle de la subida del nivel de las aguas.
Pero si aquello fue titánico mucho más lo fue el hecho mismo de llegar de la Habana a la Varadero, solo lo ilustraré confiándoles que al pasar el puente de Bacunayagua tuvimos que retroceder casi cien metros para toma impulso y a más de 120 km/h cruzarlo con el viento de costado que amenazaba con volcar el automóvil en el que viajábamos y lanzarnos al vacío.
Pasar por estas experiencias y hoy saber que Irma, la más terrible depresión tropical de todos los tiempos, puede azotar nuestra isla, es algo para tomar muy en serio. El mundo ha cambiado y con los cambios los fenómenos naturales cada vez se alejan más de su esencia para convertirse en antítesis de si mismos y entonces como este que ahora nos ocupa, bien pudiera catalogarse como “sobrenatural”, es un tifón extremadamente peligroso de categoría 5 más fuerte y duradero que jamás se haya registrado, con vientos máximos sostenidos de 285 km/h.
Los que quieren que miremos hacia otro lado para seguir esquilmando los recursos naturales del planeta que nos estamos cargando, nos dicen que el cambio climático es todo un invento, que me digan si es justo que los que poco tienen lo pierdan todo por la forma inescrupulosa en que los que mucho tienen, no se conforman y quieren más, aunque eso signifique devastar la tierra que se supone quedará para los que nos continúen.
A ellos…nuestros hijos ¿qué les dejaremos?