El Liceo - El Rincon Cubano

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Donde el casino encontró su casa.
El Liceo de la Habana Vieja.
Por Oniel Moisés Uriarte.

Fue sin lugar dudas el lugar donde mejores momentos disfrutara en una importante etapa de mi adolescencia. Majestuoso, pulcro y elegante, así recuerdo al Liceo de la Habana Vieja y lo que en sus espaciosos salones pude vivir intensamente desde los años en los que comenzaba a sentir la imperiosa necesidad de lucir y figurar para lograr las primeras conquistas amorosas.

Pararme frente al gran pórtico de la calle Prado, subir muy despacio peldaño a peldaño su resplandeciente escalera de mármol blanco y ya en la parte superior pisar con suavidad el reluciente suelo de sus inmensos salones, fueron durante algunos años las más elementales de mis prioridades.

En aquel Liceo conocí a la pareja de baile Caruca y Rosendo en los comienzos de formación de las ruedas de casino que tanta popularidad alcanzaran un tiempo después, Rolando o Larrinaga destacados “casineros” son nombres que ahora me vienen a la memoria, como también me viene al recuerdo las agrupaciones musicales de moda con las que baile hasta el agotamiento, entre ellas mi preferida, Los Van Van, pero también evoco aquellas presentaciones que pude disfrutar de reconocidas solistas como fue Mirtha Medina.

El Liceo de la Habana Vieja era nuestro lugar de encuentros por excelencia, un buen espacio para lucir la última moda, que por entonces no era más que pantalones corte inglés, camisas de nylon, zapatos plataformas y el pelo a lo Bob Dylan o en su defecto llevar un afro modesto. Allí pudimos alardear de nuevo pasillo de baile o de vuelta recién aprendidos, después de practicar hasta el cansancio. Fue el sitio ideal donde conocer a la muchacha de nuestros sueños, pavonearnos ante ella haciendo ostentación de lo buen bailador que intentamos o creíamos ser, mancharnos los dedos de tanto sostener cigarrillos que encendíamos a lo Humphrey Bogart, unos tras otro, máxime si la muchacha elegida nos miraba desde el otro lado del salón.

Sin lugar a dudas el Liceo de la Habana Vieja, ubicado frente al Parque Central, fue un lugar único y mágico que nos duró algunos años, de 1977 a 1985, justo los que durara nuestra adolescencia, el lugar que disfrutamos y guardamos en un rinconcito muy especial de nuestro baúl de los recuerdos.

 
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